martes, 16 de octubre de 2012

MEMORIA DE ANTONIO

Antonio Cisneros llegó una tarde a la Facultad para una pequeña e íntima conferencia (hace más de quince años debió ser). No recuerdo exactamente qué trató y si leyó alguno de sus poemas. Lo que sí guardo en la memoria como postales, es la reacción de un compañero de clases y gran amigo al coincidir con el poeta cerca de las escaleras que llevaban al salón de actos de la facultad, en el segundo piso del antiguo edificio de sillar. Probablemente Richard, mi amigo, fue el primero en reconocerlo y alcanzarle la mano. Antonio Cisneros se mostró amable y cálido, y, enseguida, desapareció escaleras arriba. El amigo y compañero dijo: “¡Le he dado la mano a Antonio Cisneros, que locura, no puedo creerlo!”, en su rostro había un asombro feliz, inmenso, que quedó grabado en mi “memoria literaria”, y en aquella tarde arequipeña de universidad.