ÁLVARO GONZÁLEZ Guadalajara (México) 7 DIC 2013 - 23:34 CET
Los escritores latinoamericanos reunidos
en la Feria de Guadalajara explican sus rutas y exploraciones literarias
La pluralidad de voces, la mezcla de razas y la hibridación de géneros
son algunas características de la actual literatura de los 20 países que
conforman América Latina. El retrato literario, si existiera, sería la
diversidad y en el deseo de contar el mundo y contenerlo desde los micromundos
que sus autores describen. Así ha quedado reflejado en la sesión Latinoamérica
viva, de la Feria
Internacional del Libro de Guadalajar que termina hoy.
A esa aspiración
de una foto fija, que aquí es mosaico, se suma el hecho de que en muchos de los
autores nacidos en las décadas de los setenta y ochenta aún existe una relación
ambivalente con los grandes escritores del Boom latinoamericano. Algunos se debaten
entre matarlo, mientras otros prefieren tenerlo en la mesa de noche. “Con los
escritores de mi generación sucede un fenómeno particular, o tienen un respeto
absoluto o de rechazo total con la tradición. La relación con nuestros padres
literarios es un poco neurótica”, reconoce Valeria Luiselli (Ciudad de México,
1983), autora de Los ingrávidos y La historia de mis
dientes.
La tarea de
definir o de situar la literatura de la región es un trabajo complejo, una
tarea casi imposible. La cantidad de autores, el número de países, la
diversidad de géneros, la migración, internet, hacen que el mapa literario sea
inabarcable. Siete autores menores de cuarenta años dan algunas pistas y se
animan a tomar el pulso de lo que se escribe actualmente.
Quizás estoy haciendo una simplificación, pero hay un tema recurrente
en estos autores: la familia disfuncional, las relaciones de pareja y la vida
cotidiana, dice Iparraguirre
“Siempre destaco
el caso de Carlos Yushimito porque representa lo que es ser un escritor latinoamericano
en la actualidad. Es peruano de ascendencia japonesa que escribe sobre las
favelas brasileñas desde Estados Unidos. Yo, por el contrario, soy un escritor
limeño que escribe en Lima sobre limeños no reniego que formamos parte de una
tradición extraordinaria formada por Roberto Bolaño, Vargas Llosa y muchos
más”, dice Jeremías Gamboa (Lima, 1975).
Para una
generación que considera el Boom como un asunto más de los libros de historia y
cuyos estilos narrativos no están atados a nombres particulares, ni a temáticas
nacionales, cada uno reivindica su propia producción, en muchos casos a través
de un universo intimista.
Por eso, a la hora
de establecer un canon se recurre a encuentros como Bogotá 39, a las listas de
la revista Granta o a las antologías. La editorial peruana Casatomada publicó
en 2009 Asamblea portátil, un libro que reunió el trabajo de 25
escritores nacidos entre 1974 y 1987 y que establece unas coordenadas más o
menos precisas que pueden dar una visión aproximada sobre la narrativa latinoamericana
contemporánea. “Los autores más recientes utilizan un sampling que
los libera de la carga social impuesta a sus antecesores para crear un panorama
más diverso”, se afirma en el texto de introducción.
“Quizás estoy
haciendo una simplificación, pero hay un tema recurrente en estos autores: la
familia disfuncional, las relaciones de pareja y la vida cotidiana”, asegura el
peruano Alexis Iparaguirre (Lima, 1974).
Antonio Díaz Oliva
(Chile, 1985), quien cursa una maestría en la Universidad de Nueva York,
coordina el proyecto 20/40 una antología de eBooks de autores
latinoamericanos que viven en Estados Unidos que se presentó hace un par de
meses en la Universidad de Cornell. Cuando termine el proyecto se habrán
editado cinco libros digitales con relatos de cuatro autores cada uno. En la
FIL de Guadalajara presentará el segundo volumen.
La pregunta ¿desde dónde estoy escribiendo? recorre todos estos
relatos. Los términos como fronterizo o glocal podrían ayudar a la hora de
entender a estos autores, dice Díaz
“La pregunta
¿desde dónde estoy escribiendo? recorre todos estos relatos. Los términos como
fronterizo o glocal podrían ayudar a la hora de entender a estos autores”, dice
el escritor y editor chileno.
La migración, la
identidad, la movilidad no son temas recientes, sino realidades que ya
experimentaron los autores del Boom. “Uno de los grandes escritores de Chile es
José Donoso. Donoso vivió muchos años fuera de Chile. Y el Boom... ¿cuántos de
ellos vivieron fuera de sus países? Y no sólo eso: ¿cuántos de esos escribieron
sobre temas, tradiciones o temáticas que no eran las que generalmente se
asocian con sus países? Volviendo a Donoso, sin ir más lejos, sus primeros
relatos están escritos en inglés, con una prosa más pensada en español. Más
fronterizo que eso no creo que exista”, opina Díaz Oliva.
Con el concepto de
literatura nacional superado, para muchos, como para el boliviano Rodrigo
Hasbún (Cochabamba, 1981), todavía es posible pensar en tradiciones literarias
regionales. “En mi caso, puedo ser un escritor cochabambino, boliviano y
latinoamericano, dependiendo desde dónde se mire. Son territorios imaginarios
que se superponen y en los que seguramente aparecería ocupando y defendiendo
distintas posiciones”.
El caso brasileño
merece un análisis aparte. Durante una de las charlas del foro Latinoamérica
Viva que organiza la FIL, Guadalupe Nettel afirmó que percibía un mayor
compromiso político en los escritores brasileños que en los mexicanos.
“Yo no puedo
hablar mucho de Brasil porque no lo conozco. Es evidente que en países como
Chile existe un gran número de autores comprometidos políticamente y lo mismo
sucede en México”, dice Valeria Luiselli.
El brasileño
Ricardo Lísias (Brasil) valida esta tendencia. “Yo escribo para enfrentar los
conflictos de mi país. Tenemos problemas internos muy grandes que la gente de
afuera no sabe que existen”.
La mayoría de los
autores reivindica la libertad de creación y no suele tener ataduras sociales o
históricas respecto a sus padres y abuelos literarios. “Cuando uno se convierte
en un predicador de principios y se casa con una forma literaria la libertad
para explorar se acaba”, dice Luiselli. “Hay muchos autores que tienen tienen
la obsesión de ocupar lugares de autores clásicos. Quieren ser el próximo
Carlos Fuentes, pero lo que nos salvará como escritores es tener una relación
más libre y menos respetuosa con la tradición”.
En eso está de
acuerdo Emilia Fraia (Brasil, 1982) autor de El verano del
chivo (Alfaguara). “Autores como Valeria (y otros más) han empezado
a inventar cosas nuevas porque el mundo no nos resulta suficiente”. Jeremías
afirma que su generación tiene nuevas tareas y retos. “Retratar el universo
doméstico, hablar de la la intimidad, incorporar las relaciones familiares y
sociales, indagar en el hombre y la mujer común”.
Otros, como Juan
Álvarez (Colombia, 1978), prefiere quitarle romanticismo al tema. “Mi principal
preocupación narrativa hoy es conseguir dinero”.