viernes, 10 de junio de 2011

LOS AIMARAS, EL BUEN CONVIVIR Y LA MINERÍA

Juan Carlos Ortiz Zantalla
Los acontecimientos que se vienen dando en Puno en estos momentos, la protesta de los aimaras en contra de la minería, es una muestra del encuentro, o tal vez habría que decir, del desencuentro entre dos sociedades o culturas diferentes en un mismo país, en el siglo XXI. Y el hecho tiene que ver precisamente, con el cómo dos culturas diferentes, la occidental y la aimara, ven la vida, o mejor, el vivir. Por lo visto hasta este momento, podemos llegar de manera clara a la conclusión de que la sociedad oficialista occidental, representada en sus autoridades políticas, desconoce el “vivir”, el “convivir”, o el “buen vivir”, que culturas como la aimara, y otras en otros continentes, practican desde hace siglos.  
Acerca de la “vida”, la sociedad aimara tiene una forma interesante de ver este “concepto”, acaso trascendente. Para ellos, la vida, va mucho más allá de la simple idea de estar vivo o de supervivir, tiene que ver más bien, diríamos, con un “equilibrio” de conjunto, ese conjunto naturalmente es la comunidad, no únicamente las personas que la conforman (seres humanos), sino, todo lo que los rodea, la tierra, las plantas, los animales, etc. Entonces, como menciona el antropólogo y lingüista Xavier Albó, en su artículo “Suma qamaña=convivir bien. ¿Cómo medirlo?”, la vida para los aimaras tiene que ver con el “convivir”, con el “buen convivir” en colectivo, en conjunto, en lengua aimara, “suma qamaña”.
El término “qamaña” en sus tantos sentidos nos dice Albó, va dirigido a la convivencia social en mayor medida y por supuesto a la convivencia con la ecología. “Por eso, cuando en el mundo andino… se afirma que las suyas son culturas para la vida”, continúa el autor, más allá de la supervivencia, se refieren al “conjunto de relaciones sociales con un ambiente de acogida”, o sea, extendiéndose a la naturaleza en la dimensión material más amplia.
La sociedad occidental en su visión del mundo, más bien, ve las cosas desde el individualismo antes que desde lo colectivo, y desde la separación hombre-naturaleza (sujeto-objeto), lo que implica que el hombre, desintegrado de la naturaleza, tiene la potestad de hacer y deshacer sobre todo cuanto se encuentra a su alrededor (el objeto), aun cuanto esto pueda perjudicar su supervivencia como especie o pueda perjudicar a otro u otros grupos humanos. En cambio, en la visión aimara del mundo, la convivencia o la vida, implica el “convivir bien, no uno mejor que otros y a costa de otros”, sino todos en conjunto, en comunidad, en “familia”.
Esta es, sin duda,  una “idea” mayor de sociedad, que nada tiene de incivilizado como se califican en ocasiones, a las prácticas de vida de los aimaras o los quechuas, todo lo contrario.
Osho, profesor universitario de filosofía muchos años atrás en la India, en una conferencia en video señala que la sociedad (se refiere a occidente, podemos extender esta alusión igualmente a otras culturas), vive de un modo bárbaro y que la palabra civilización, es solo una idea, un concepto al que hemos llegado como teoría, pero no como práctica.
Más allá de los “linderos de occidente”, existen sociedades que han vivido y aún viven por fortuna, dentro prácticas de equilibrio, que pueden enseñarnos a llevar una “vida de calidad” como seres humanos integrados a la naturaleza, que no es igual a una vida de confort, unos mejor que otros.
Si a los aimaras les interesa todo lo que los rodea, más allá de las personas inclusive, es comprensible que protesten frente a lo indiscriminado de las concesiones mineras, puesto que esta actividad, perjudica o puede perjudicar el buen convivir que practican desde siglos o milenios atrás, y que esperemos poder aprender en algún momento.

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