Juan Carlos Ortiz Z.
Al anunciarse a mitad de este año la última película de Flaviano Quispe (Juliaca, 1960): “Sobrevivir en los andes. Jacinto”, nos sorprendió gratamente la noticia, y más al enterarnos que se trataría no únicamente de un largometraje, sino más bien, de una trilogía de la cual la primera parte que es “Jacinto”, se estrenó en esta ciudad los primeros días de agosto. A este interés se suma por supuesto, el concurso que este filme (entonces proyecto) ganara el 2006, organizado por CONACINE.
“Sobrevivir en los andes. Jacinto”, es el cuarto largometraje de Flaviano, lo que hace de este cineasta nacido en la ciudad de Juliaca, un realizador ya con experiencia, que conoce los caminos y atajos de la producción y la dirección de películas. Todos estos antecedentes, hacen que este último trabajo de Flaviano, concite la atención de quienes gustamos y esperamos buenas realizaciones en Puno.
En sus filmes anteriores, este realizador, ha tocado temas rurales acercándose apenas a la ciudad, manteniendo con ésta, una suerte de contrapunto conflictivo, lejano, que afecta la vida de los personajes de sus películas. En “Buscando a papá” (2008), por ejemplo, los personajes del mundo rural, se contraponen a los personajes que provienen de la ciudad, concluyendo la historia en serios problemas que afectan a los primeros. Este camino recorrido por Flaviano, con acercamientos menores hacia la urbe, se altera en “Sobrevivir en los andes. Jacinto”, si bien el personaje central proviene del ámbito rural, más bien un pequeño pueblo, e inicia sus peripecias allí, se desenvuelve en la ciudad, más ampliamente que en otros filmes del director.
Jacinto, huérfano de madre, tiene problemas de conducta en su pueblo, producto de los tratos poco afectuosos del padre, por lo que, luego de regaños y peleas con papá, decide huir hacia la ciudad. En ésta, atravesará una serie de circunstancias que lo llevarán a cambiar, punto en el que concluye la película, anunciando se supone, que ésta debe continuar para develar lo que ocurrirá con el personaje.
El tema que Flaviano propone en este su último trabajo, se insinúa por supuesto al inicio: lo que ocurrirá con un joven pueblerino del ande en la ciudad, provocando cierto interés en cómo un adolescente del campo, enfrentará las celeridades y exigencias de la urbe. El hacer frente a la ciudad, esperábamos que fuera planteado desde el contraste de la idiosincrasia rural con la urbe. Al menos esto es lo que se esperaba inicialmente del filme, por la línea en que de algún modo se inscribe el cine de Flaviano. Sin embargo, el realizador decidió ir por otro rumbo, con pleno derecho por supuesto.
El tratamiento en cuanto al tema de este trabajo, no es nuevo dentro de la cinematografía, hablemos del cine en términos globales. En el cine mundial, hay historias de adolescentes que por tener vidas infelices y reaccionar contra ello, terminan siendo odiosos criminales, o, en algunos casos, incluso a la inversa. La historia que aborda Flaviano, va en esa línea. El realizador decide abordar una formula recurrente hasta cierto punto, al que, al parecer, busca matizar con ese “sabor” andino que le ha dado a sus anteriores películas, aunque en este caso, sin lograrlo.
Sus filmes anteriores, si bien poseen rasgos de universalidad reconocibles, como temas, el tratamiento es desde lo andino o los valores andinos (quizá debería decirse desde la ideología del ande). En “Sobrevivir en los andes…”, la presencia de lo andino es reconocible nítidamente al inicio del filme, en dos o tres escenas, cuando Jacinto vive aún en un pequeño pueblo en la zona rural. Flaviano, al llevar a su personaje principal a la ciudad, lo traslada despojado de conductas, costumbres, lenguaje, que se supone debe poseer o traer de su medio original. Esto hace ver, al parecer, que el director busca nuevos caminos y escenarios para sus realizaciones, punto al que tiene derecho como ya lo mencionamos.
Puntualizando. “Sobrevivir en los andes. Jacinto”, es un filme de transformación, llamémoslo así, transformación del personaje central de la historia, y es aquí en el que se encuentran los problemas. Los filmes en los que se dan transformaciones, requieren de una progresión creciente hacia dicho cambio, el cual debe ser trabajado con cierto tino a través del plano temporal que propone la película. En el filme de Flaviano, no ocurre precisamente esto. El filme deja ver un conjunto de acontecimientos que ocurren a Jacinto, en los que no hay momentos (motivos, señas) bien marcados que den la sensación de que algo se aproxima, en este caso un cambio. No hay un buen manejo de la transformación del personaje. Así, el final, da la sensación de que cae a fuerza, y no necesariamente como producto de lo ocurrido en la película.
Estos elementos, junto a otros como los diálogos mal hechos, la casi inexistencia de imágenes-símbolo en el filme, y las interpretaciones desacertadas, hacen de este trabajo, una película fallida. Los diálogos escasos, no ayudan a darle sentido al filme. Los dos únicos diálogos medianamente interesantes, son el que un juez y un miembro de penitenciaría, al parecer, formulan frente a Jacinto que se halla en el hospital luego de haber sido castigado por la población debido al robo en que participa en malas compañías. Y, el otro, cuando en la correccional, conversa con otro interno sobre su madre muerta mientras observa una fotografía de ésta. Esto sin duda, es un problema de guión.
Las mejores imágenes o escenas del trabajo de Flaviano, se dan al inicio, cuando participa el abuelo, los miembros mayores de la familia y otros al llamar la atención a Jacinto por haber golpeado al padre, y, la escena nocturna, ya en la ciudad, del intento de linchamiento público de Jacinto por el delito de robo. Estas son las imágenes más creíbles del filme.
Lo que nos extraña de este último trabajo de Flaviano, es el que no funcionara el guión, más aun al haber ganado el concurso de CONACINE el 2006. Al parecer, Flaviano amplió el proyecto a una trilogía, no hay otra explicación, de ser así, un proyecto mayor, requiere de experiencia y un buen manejo en la construcción de guiones. No se trata simplemente de ampliar un proyecto así nada más, sino de tener los recursos necesarios para poder hacerlo.
Finalmente, Flaviano deberá ser más cuidadoso con las otras dos películas de la trilogía que anunció, pues, a estas alturas, no podemos decir que se trata de un cineasta que está iniciando, su trabajo lleva ya una década, desde el “El abigeo” (2001).
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