miércoles, 9 de marzo de 2011

EL KHARISIRI EN LAS SALAS DE CINE


Juan Carlos Ortiz Zantalla


Henry Vallejo es un joven realizador puneño que cursó estudios universitarios en la carrera de Comunicación de la Universidad Nacional del Altiplano, e hizo estudios de producción televisiva en Lima. Hace algunos años atrás, Vallejo nos sorprendió gratamente con un trabajo inicial breve en el que daba a conocer su interés por el cine, no como un simple aficionado entusiasta de momento, sino con la preocupación de quien quiere hacer de su gusto por algo, un oficio serio. Romato, título de este primer trabajo, es un cortometraje bien narrado que ganó el primer premio en un festival de cortos en la ciudad de Arequipa, para el cual, el realizador cuidó de algunos detalles como el de los actores principales traídos de fuera, la edición, los equipos usados, etc. En este corto, aborda la historia de una pareja joven y un misterio que el protagonista busca descubrir con ansias. Romato es una historia redonda aunque con algunos inconvenientes menores, que, en su momento, hizo esperar de su realizador un trabajo de mayor envergadura.
            Luego de algunos años, en efecto, Vallejo nos presenta un trabajo mayor, su primer largometraje que acaba de estrenarse: El misterio del Kharisiri (2004). En él, vuelve sobre los dos motivos del cortometraje citado, la pareja que el protagonista busca concretar en este caso, y, el motivo mayor, el misterio, a través nada menos de uno los personajes más temidos de los dos existentes en la tradición andina, el Kharesiri y el Kucho. Al igual que en Romato, los protagonistas de la historia también son jóvenes, en este caso, periodistas que buscando la noticia tropiezan con infaustos personajes de carne y hueso que buscan la grasa de sus victimas y en el caso más espeluznante, el sacrificio humano a cambio de fortuna personal a cualquier precio. La historia ocurre en la actualidad, y está ambientada en escenarios básicamente naturales circundantes a los pueblos del sur del departamento de Puno. La naturaleza que posee el mundo andino, se presta para que los personajes salidos de estos paisajes, discurran por él acostumbrados a su medio, desenvolviéndose en la magia de sus tradiciones y ritos que acompaña su interacción con el medio natural y social.
Los jóvenes periodistas, la reportera Mariela Castillo (Jessica Rivera) y el camarógrafo (Waldo Callo), poco entienden de este mundo culturalmente diferente al de la ciudad. El segundo, a partir de perder de vista a la compañera de labor, por quien se siente atraído y responsable, empieza a desentrañar ante sus ojos el misterio temible que envuelve al Kharisiri y al Kucho.

PUESTA EN ESCENA

La cinta inicia con una impactante obertura en el que se plantea de inmediato el carácter siniestro del Karisiri, su transfiguración, al que Paúl, el camarógrafo, deberá hacer frente a través de ciertos personajes que pueden “combatirlo”. El detonante de la acción, se inicia con la separación intempestiva de los periodistas durante el viaje hacia un pueblo aimara, en el que deben averiguar sobre el hurto de dinero y la muerte de un individuo vinculado al gobierno municipal. Paúl, no encuentra a la compañera de trabajo en el pueblo que celebra su fiesta patronal. En las averiguaciones sobre su paradero, tropieza con la dueña del restaurante en el que Mariela debía esperarlo, esta mujer es quien le advierte la probabilidad de la presencia del Karisiri. El camarógrafo, incrédulo, decide recurrir a la policía y allí conoce al teniente que rescatará a la reportera casi al final del filme y al policía que esconde un segundo trabajo temible.
Los resultados iniciales de la búsqueda son ineficaces, por lo que Paúl haciendo caso a la sugerencia de la mujer de un restaurante, recurre a Máximo (Eloy Condori) curandero que lee en coca el paradero de la joven desaparecida y que luego salvará de la muerte en un rito ancestral andino en un combate con el mal, representado en la alegoría que enfrenta a dos incas remotos en una lucha frontal. El protagonista en su búsqueda, tropieza con muchos otros personajes que aportan a la cinta una riqueza variopinta, además de un contrapeso entre la tradición rural de los andes de esta parte del país y la formalidad occidental representada en el médico como hombre de ciencia.
Los momentos más destacables de la cinta, se encuentran en la obertura del filme, el paseo a la playa de los jóvenes reporteros, el viaje en bote hacia la isla que lleva al encuentro con Máximo, el rescate de la periodista, la escena del hospital y el pasaje final en el que se da la lucha entre los curanderos intercalando la alegoría con el rezo del ritual. La interpretación de los actores, sobre todo la de los secundarios, resulta de un nivel interesante, mucho más cuando se trata de actores que nunca hicieron cine o nunca actuaron, no así, lamentablemente, el del protagónico que discurre por una interpretación mas bien plana, de poca reacción dramática ante sucesos importantes y sobrecogedores que se dan en la cinta. La única exigencia que afronta, sin convencer, es en el dialogo final con el amigo y colega, Coco (Israel Aparicio), que lo acompaña de cerca en la búsqueda de la joven, en la parte final del película.  
Este primer largometraje puneño, es un filme bien hecho en el que se ha cuidado los  aspectos técnicos que toda realización necesita: el manejo de cámara, la fotografía, la edición, el ritmo, etc. Sin embargo, existen algunos defectos en la cinta como el sonido en la parte técnica y otros en el guión. En este último, se cometen deslices en la narración de la historia, como la escena de la iglesia y el cura, que no aporta nada al progreso de la trama, excepto un concepto visual interesante y hasta estético. En esta misma línea, está la escena en el que Paúl revisa la grabación que hiciera en la playa, en la pantalla de la cámara aparece inesperadamente un par de piernas ensangrentadas que no había filmado. Este motivo, no aporta igualmente al desarrollo de la historia, excepto, en la tensión de momento, desperdiciándose el recurso más ingenioso y grande de la cinta que debió desencadenar la averiguación sobre el temible personaje. La reacción del protagonista es de simple miedo momentáneo que después echa al olvido. Otro hecho importante y más visible, son los diálogos del protagónico y los personajes más próximos a él, que son de una pobreza reiterativa en el contenido, abusando de las palabrotas porfiadamente. No se reconoce en ellos, en los diálogos, a profesionales que se desenvuelven en una carrera, la del periodismo.
A pesar de estos inconvenientes que son menores y que no afectan a la cinta en el resultado global, El Misterio del Kharisiri, es un  buen filme con el que resulta grato encontrarse en un contexto regional en el que se han producido algunas películas de pocos atributos, y grato, a su vez, en el contexto nacional cinematográfico en el que se propone un cine de provincia con tema de provincia y de calidad. Es un buen debut de Henry Vallejo, del que esperaremos en el futuro trabajos exitosos como el que marca su inicio.

FICHA TÉCNICA

Dirección: Henry Vallejo; Guión: Henry Vallejo, Elard Serrato, Wilson Gomes; Fotografía: Henry Vallejo, César Vallejo; Montaje: José y Carlos Vallejo; Interpretes: Jessica Rivera, Waldo Callo; Producción: Puno-Perú, 2004;
Duración: 122 minutos

 
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Texto publicado en la revista “Pez de oro”, en el Nº 9 de febrero-abril del 2005

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